Recordando a Claudio Naranjo desde la Cuentoterapia
Artículo publicado en el número 5 de la “Revista de Cuentoterapia”
De todos los maestros que he tenido la suerte de conocer, ninguno ha encarnado tanto el arquetipo del sabio como Claudio Naranjo. Su erudición y comprensión de las verdades más difíciles le llevó a cultivar múltiples ramas del saber con una profundidad pasmosa para tratarse de un solo hombre ante una sola vida. La psicología, la música, el camino espiritual, la terapias alternativas, el chamanismo, la terapia con sustancias psicoactivas, el eneagrama, las múltiples formas de la meditación, la educación en su última época…
Comenzó siendo un buscador incansable de la profundidad de lo humano allá donde se le presentara y en un momento de su búsqueda fue más allá del “sabio erudito”; decía que tras la muerte de su hijo no le quedó otra que renacer a un amor más auténtico, desde lo más bajo, desde la profundidad del infierno. Y, tras una larga vida de trabajo y creación, llegar a aquel que, en sus propias palabras, “fructifica y comienza a compartir sus frutos”. Auténtico “donante” que nos legó innumerables “objetos de poder”. Tan variados y potentes que están en la base de muchas de las terapias humanistas que ahora compartimos los hispanohablantes. El propio eneagrama o la terapia Gestalt, son estructurados, clarificados y puestos al servicio de infinidad de personas a través de su trabajo de destilación; su particular alquimia de síntesis y de puesta en práctica en sus grupos, charlas y libros. Otros muchos de esos “objetos de poder” están entre nosotros porque hizo de puente con otros eruditos a quien invitó a compartirlos: el movimiento auténtico, el proceso Fisher-Hofman, la psicomagia y el psicotarot de Jorodorowsky, el renacimiento, múltiples formas de meditación… y otros variados senderos que muchos hemos tenido la suerte de recorrer, para terminar encontrando el nuestro, fueron puestos en valor y mostrados a través de su obra, la vivencial y la editorial.
Un aspecto que muchas veces pasaba desapercibido era su enseñanza a través de las historias, cuentos, mitos, películas o novelas, que usaba para despertar la conciencia y transmitir lo que él consideraba la metáfora del viaje interior, que se encuentra codificado y simbolizado en los grandes relatos de la humanidad. Buenos ejemplos de ello son sus libros “El niño divino y el Héroe”(2014) (original análisis de dos familias de cuentos y relatos) y “Cantos del despertar”(2002), donde profundiza en el mensaje de transformación de los relatos de occidente. Era común que en alguna de las sesiones que impartía en su programa SAT, sacara “Caravana de sueños” de Idries Shah (que también fue su maestro y amigo) y leyera alguno de los cuentos, o que recurriera a alguno de Nasrrudín, los Grimm…, o bien comentara de memoria otros de tradición jasídica, zen u otras fuentes espirituales.
Hasta qué punto era importante para Claudio el cuento que su definición de la formación del carácter se basaba el cuento de Nasrrudin y su búsqueda de la llave. Seguro que lo conocéis, pero os recuerdo como este buscaba y buscaba la llave en medio de la calle sin encontrarla, y al ser preguntado por dónde la había perdido exactamente, contestaba que en casa, pero que la buscaba allí porque había más luz. Y aquí no me resisto a comentar mi propia experiencia como alumno. Siempre entendí el cuento desde la equivocación de buscar en el lugar erróneo lo que a uno le falta y que está falta, según Claudio, no era otra que el amor mismo; que al no ser recibido todo el necesario, es buscado compulsivamente en distintas formas. Queremos más amor, reconocimiento, seguridad, abundancia, placer… y que todo esto nos llegue desde fuera; sin contemplar que al final, lo que nos saca del atolladero, es el amor que somos capaces de dar nosotros a los demás. En muy resumidas cuentas era lo que yo lograba entender de como él interpretaba el cuento. Pero en una ocasión, en uno de los programas SAT tuve una repentina intuición que compartí con él (y con unas 60 personas que había en la sala):
Yo- “Claudio, ahora entiendo que no es fortuito que la llave está perdida en la casa. Yo pensaba que el lugar de la pérdida era casual, pero la casa… Es algo muy simbólico, es uno mismo, nuestro hogar, nuestro yo más profundo”
Claudio- “Si, claro, por supuesto. Y además, ¿sabes exactamente dónde está? ¿En qué lugar de la casa?”
Yo- “Uf… además hay un lugar” (me quedo en silencio unos segundos) “Si, por favor, dónde está”
Claudio- (Riéndose y haciendo gestos con la mano) “Está puesta en la cerradura de la puerta”
Yo- “¡Gracias! Aun lo veo más claro”
Un aspecto fundamental para él, a la hora de entender las historias como metáforas del desarrollo humano, era la constatación de que el héroe no solo vence una vez, sino que lo hace al menos dos veces; ya que tras una primera victoria más terrenal, temporal o superficial se sucede una derrota seguida de una tiempo infernal, baldío, lleno de dificultades, tras la que llegará una segunda victoria más permanente, profunda y trasformadora (Naranjo C. Cantos del despertar, 2002) Lo que en Cuentoterapia conocemos coloquialmente como “una segunda vuelta de la historia” (siendo un ciclo que puede repetirse más de dos veces, pero conduciendo siempre a esa victoria final).
En una ocasión incluso nos invitó a dibujar nuestra vida como un camino, como un cuento donde gráficamente pudiéramos representar esos altibajos de nuestra propia historia. Al final todos seguíamos patrones parecidos (el cuento se repite desde siempre) pero la particular manera de hacer nuestro camino era lo que más despertaba la curiosidad del maestro, como si fuera la primera vez que estaba ante un alumno. Como si cada cuento tuviera un alma distinta, más allá de cualquier mapa o fórmula.
Para Naranjo las técnicas, las teorías, la sabiduría, estaban muy bien si servían para formar buenos seres humanos. Un buen terapeuta, un buen educador, un buen padre… es el que ha recorrido su propio camino de transformación; muchas veces muy duro, muchas veces con grandes caídas, rico en todo tipo de pruebas, y con la voluntad de abrirse cada vez más a lo amoroso
Hacía el final de su vida decía que se sentía que por fin había llegado a casa. Después de embarcarnos en tantas aventuras, él propio llegaba al final de la suya en este mundo el pasado mes de julio. Cuando los móviles empezaron a rebotar la noticia yo me encontraba sentado en el lugar del paciente esa mañana, frente a mi terapeuta, para otra sesión más de terapia. Pues este ha sido el camino que siempre nos mostró; que da igual lo que seas, incluso si eres terapeuta, has de volver a seguir abriéndote a la conciencia, al amor. Has de volver a recordar una y otra vez que la llave está en el lugar más difícil y el más obvio.
Este 12 de julio de 2019 finalizó la “última vuelta” de su fructífero cuento entre nosotros. Donde quiera que esté ha iniciado el nuevo relato. El que nadie conoce. Y estará lleno de entusiasmo, como buscador incansable que siempre fue. Ahora a nosotros/as nos toca recordar y contar su historia. Es un placer contarte, maestro de maestros.